22/3/09

BELIZE



19 - 21 de marzo de 2009

La primera idea era llegar a Bacalar para visitar la Laguna y el Cenote Azul pero, nuevamente, me salté la parada de bus llegando a Chetumal. Como a simple vista no me convenció, decidí seguir adelante... llegando a la Ciudad de Belize (porque esta vez no quise volver atrás para visitarlo). Como aún no habia viajado bastante ese día (¡Ja!) opté por tomar la última lancha para que me llevara a Cayo Caulker. Una hermosa isla en medio del Pacífico con un mundo submarino asombrosamente hermoso. Es una lástima que no tuviera una de esas cámaras sumergibles para dejar constancia de la belleza de los peces de colores, los hermosos corales, y las temerosas rayas nadando a nuestro alrededor. Hacia tiempo que no disfrutaba tanto nadando! Fueron dos días muy aprovechados, recorriendo toda la isla: claro que era fácil, ya que en total son 16 km de largo por 600 metros de ancho; observando aves que se mimificaban cuando pasabas por su lado, lagartijas saltarinas, y cangrejos gigantes. Pero lo realmente fascinante estaba en los arrecifes de coral y en su vida submarina. Alli conocí a Brian que me envitó a cenar pescado recién cogido en su casa; el menú me apetecía mucho, pero la compañía no tanto, así que decliné la invitación y fui a cenar el pescado a la barbacoa yo sola.

21 - 22 de marzo de 2009

Regresé a la Ciudad de Belize pensando que podría visitar el museo y conocer la ciudad y sus alrededores antes de marchar hacia San Ignacio, pero no contaba con que durante los fines de semana los museos estaban cerrados al estar dirigidos por el gobierno; y las excursiones a las ruinas eran extremadamente caras (aproximadamente 100 $$) tanto la de Altun Ha como las de Lamanai (tendría que haber hecho caso a Marc - vigilante Beliceño que conocí en el bus de Chetumal /Orange Walk -cuando me ofreció su casa para visitar las ruinas desde allí). Por todo ello, y a pesar de lo mucho que me gustaban los halagos de los beliceños, decidí marchar hacia el sur antes de lo previsto. En la Terminal de autobuses mientras esperaba el micro conocí a Darwin que insistió repetidamente en que nos encontráramos en San Ignacio por la noche. Me dió sus datos para que contactara con él y, aunque la tentación -en este caso- era enorme, decidí que no era la mejor manera....
22 -24 de marzo de 2009

Desde que llegué a San Ignacio y conocí a John (propietario del Hostel J&R) supe que la inseguridad que se sentía en la ciudad de Belize no iba a estar presente ahí. Como ya llegué tarde para cualquier tour, se ofreció para llevarme en coche hasta las ruinas de Cachal Pec (que, por supuesto, acepté) y me encantaron por la tranquilidad que había en la zona (sin embargo, la vuelta la hice caminando). Al volver, estuve charlando tranquilamente con él en el porche, escuchando su vida (9 hijos y visitando 26 estados de América) e historias sobre Belize. Me pasó la tarde volando y como debía madrugar para el tour ATM decidí ir a dormir pronto.


Al día siguiente desayuné muy pronto y marché preparada para visitar nuevamente una de esas misteriosas cuevas, utilizadas por los mayas espiritualmente y para dar ofrendas (humanas y materiales) a sus Dioses. Estuvimos en la cueva 3 horas y según nos comentó el guía sólo hicimos la mitad del recorrido, esquivando estalactitas y estalagmitas; sumergiéndonos de vez en cuando en las frías aguas subterráneas y escalando paredes... ¡Fue una nueva experiencia, aunque, esta vez, sin demostraciones epilépticas!


Al volver de la cueva debía decidir si visitar las ruinas Caracol ó Xunantunich y como éstas últimas las podía visitar por mi cuenta decidí tomar el bus e ir directamente. Lo cierto es que me sorprendió gratamente. Pero lo más curioso fue un efusivo saludo que me hicieron los militares al llegar al trasbordador, al principio, no supe el motivo, hasta que vi las fotos que me tomaron en las ruinas y me aclararon el porqué.

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